lunes, 13 de febrero de 2012

Tiempo Malgastado = Tiempo Perdido

Últimamente he pensado mucho sobre el tema del tiempo. Después de todo, siempre nos han inculcado que "el tiempo es oro" y diariamente podemos ver como el tiempo cambia nuestras vidas y nos envejece; en este orden de ideas infiero que seria valioso escribir al respecto.

El tiempo, una figura abstracta, que no podemos tocar, ver, ni sentir… Pero que sin embargo podemos medir de forma casi exacta. Desde muy pequeños vemos el constante correr de los relojes en los salones de clase, llevándose los segundos de forma sistemática; y con esos segundos del tiempo, se van los segundos de nuestras vidas. Esta es la verdad irrefutable, y sin embargo ese pequeño artefacto que mide la rapidez con la que el tiempo se nos va de las manos representa aun más. Ese reloj nos recuerda la rapidez del pasar del tiempo, nos recuerda que el tiempo seguirá sin importar lo que nosotros hagamos o no hagamos, donde estemos o no estemos, si vivimos o nos pulverizamos.

Consideremos ahora, nuestra vida cotidiana. Que porcentaje de nuestro día, en términos de tiempo, es dedicado a algo que sea para beneficio inmediato? La respuesta a esta pregunta es semi-retórica, vemos como a diario nuestros padres, amigos, y relativos (vale la pena aclarar que uno mismo también cae dentro de esta lista) invierten su tiempo de forma absurda, casi siempre buscando un beneficio hipotético en el “futuro”. Aquí vengo yo a cuestionar nuestra sociedad… Como pueden pensar, y estar tan absolutamente seguros, de que hay un futuro? (Bueno y de la misma forma no se puede afirmar que haya un pasado, los recuerdos son representaciones muy básicas de algo que se pueda llamar pasado) Ese maldito reloj, nos muestra la hora, los minutos y los segundos que SON en un determinado momento. Cuando una persona hace un plan para dentro de media hora, se esta haciendo una grave alusión, y se esta determinando la existencia incuestionable del tiempo dentro de media hora. Esto es un grave y repetitivo error que hacemos todos cada día, dentro de nuestra repetitiva rutina, y ya es parte de un habito añadido a la fuerza a la naturaleza humana.

Tal vez sea necesario que reflexionemos sobre este tema, desconectándonos de nuestra rutina, y pensando… Que estoy haciendo con mi valioso tiempo? Les puedo asegurar que muchos de ustedes están desperdiciando, y malgastando su tiempo, debido a que se concentran en un futuro mejor; pero en realidad el daño que le hacen a su presente es irreversible e imperdonable.

Los invito a que piensen.

Nicolás Esguerra Jiménez

1 comentario:

  1. Es verdad, resulta muy complejo pensar en lo que significa el tiempo vivido. Agustín de Hipona, que además de Padre de la Iglesia Latina fue un gran pensador, decía lo siguiente en sus Confesiones: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo deciros que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?”. Pasado, presente y futuro, nuestra conciencia vaga de uno a otro sin transición. Pensamos el futuro porque tenemos memoria del pasado. Ambos, en todo caso, se nos presentan tan “no ser” como el presente que se nos escapa solo de pensarlo; de ahí la conocida locución latina del poeta Horacio: Carpe diem que podría significar el deseo de vivir el presente, de no malgastarlo. Como diría el filósofo renacentista Marsilio Ficiono: “No estimes las posesiones ni desees cargos, huye de los excesos y de los negocios, feliz en el presente”. Es decir, tenemos el deber sagrado de vivir el presente de modo alegre, compartiendo si es posible esa alegría con los demás. Un mensaje similar se transmite en la película "El club de los poetas muertos”. No te olvides de la asignatura fundamental de la vida: Amar.

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