jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Cómo pueden, si es que es posible, ser reconocidos los factores que condicionan la visión del mundo?



Casi todas las personas saben cómo se mueven las piezas en  el tablero de ajedrez; por ejemplo, sabemos que el caballo se mueve en L, la reina en todas direcciones, la torre en horizontal y vertical, el peón una casilla, sola una, y para delante, y por último que las blancas juegan primero. Gana la partida el que consigue matar al rey contrario. El que da jaque mate.

Los movimientos son claros, el primer movimiento, y solo el primero de toda la partida,  el que mueve con blancas, ha sido elección propia, los demás han sido consecuencia de este movimiento. Como una avalancha de piezas de dominó, colocadas en la misma fila, dependiendo de cual caiga primero, caerá una u otra: casualidad primero y efecto después. Dependiendo qué jugada hayan hecho las blancas, las negras responderán de una manera u otra, y así sucesivamente.

En el juego del ajedrez, como en el tablero de la realidad, los primeros en caer son los más débiles y los más numerosos: los peones. Estratégicamente, no se les da mucha importancia. Solo se mueven para delante y comen de lado, por ello van los primeros después, en orden de importancia,  podemos prescindir de los caballos y de los alfiles, pues su utilidad está, sobre todo, en su posibilidad de intercambio,  con las torres nos lo pensamos, y con la Reina no lo hacemos, si no es por una muy buena causa. Lo que nunca cedemos en la partida es el rey, nosotros. El Rey es el que tiene una visión de la realidad más amplia porque ve todas las jugadas del tablero, desde la retaguardia y usa las otras piezas para protegerse él y sus intereses. 
                                                           
Bien, una vez expuesta esta metáfora de los factores estratégicos que están detrás de nuestra percepción de la realidad, imagina lo siguiente: Te despiertas y te levantas de la cama, ahora vístete y sal a la calle, y mira a tu alrededor. ¿Conseguirás distinguir entre la gente quién es peón, quién es caballo o quién es rey? Claro que sí, el trabajador, que se levanta todas las mañanas, es el peón, los caballos y los alfiles, son gente con influencia, las torres, gente adinerada, la reina, gente poderosa y ¿ el Rey?

Cada uno de ellos son hombres o mujeres que se mueven en el mismo tablero pero en situaciones distintas. Cada uno tiene sus problemas, y sus formas de resolverlos. Cada uno de ellos tiene su tablero delante, unos se mueven más por las emociones, otros racionalmente; unos mueven a personas, y otros a países enteros. El problema es el Rey, una vez que muere se acabó la partida.

En el mundo hay tantas realidades como tableros. Y todos ellos, ya están resueltos. El hecho de que el Rey sacrifique un peón, tiene una causa que responde a muchas casualidades que se juntaron creando un efecto. Hubo una elección.  Hace mucho tiempo, desde el principio de la Historia, nuestros antepasados hicieron elecciones que nos ligaros o esclavizaron a un sistema de elecciones o de realidades que no existes. Somos esclavos de una elección de hace millones de años. Tú nunca serías así, si hubieras nacido en otra época, país, cultura. Tu manera de enfocar el mundo, tus ideas, todas opiniones, tus creencias, todas se formaron a partir de casualidades de la vida. Esas casualidades te han hecho ser como eres, te han hecho creer en lo que tú crees, a odiar, en lo que tú odias, a amar en lo que tú amas. Son las casualidades las que te colocan de peón o alfil en la partida, son las casualidades las que permitan que puedan prescindir de ti, como hace una empresa con sus trabajadores, en la partida, como quizás harías tú si fueras el empresario.
Todo esto es una burbuja, en la que estás atrapado y no quieres despertar. Matrix ha creado tu realidad. La forma en que yo o tú vemos el mundo, no es igual, son distintas, vivimos en el mismo mundo pero en distintas realidades, ya que las casualidades nos la han hecho ver así.

(parte de Matrix)
Neo: ¿Que es Matrix?
Morfeo: Matrix nos rodea, está en todas partes, nos tiene prisioneros en una prisión mental de la que no podemos escapar.
                                                  
La pregunta es, por qué tenemos que estar enchufados a un ordenador que engañe nuestros sentimientos para vivir en distintas realidades, si ya lo hacen las casualidades de la vida que crea nuestra realidad, propia y única. Vivimos en un mundo cerrado ¿Qué es la realidad? ¡Quién lo sabe!, no lo sabremos, mientras estemos conectados a un Matrix que no existe, jugando partidas de ajedrez que forman nuestra vida.
                                                                                                                   


                                                                                                                

¿Puede equivocarse la gente sobre sus propias emociones?


    ¿Puedo estar triste, y no saberlo? Claro que si.

     Todo el mundo tiene las mismas emociones: tristeza, alegría, ira...

   Y obviamente, tú no puedes estar triste y alegre al mismo tiempo, en la misma idea. Puedes estar alegre por sacar un 10 y triste porque se murió tu gato. Al tener dos emociones contrarias al mismo tiempo, nuestro cuerpo escoge la que cree que es más importante, y la pone encima de la otra, superponiendo las ideas. Por ello si tu cuerpo escoge la idea del gato muerto, estarás triste, pero en el fondo estarás alegre. Y sabes porque estás alegre, porque tienes ese sentimiento de alegría en tu interior. La cuestión es que cuando muchas cosas pasan al mismo tiempo, o tienes ideas, que simplemente quieres olvidar, tienes un conjunto de sentimientos, y al no poder representarlos todos al mismo tiempo, o no querer hacerlo, se guardan en tu interior. Y tú, puede que te olvides de ellos, pero esos sentimientos siguen ahí debajo y, tarde o temprano, salen a la luz con más fuerza que antes. Por ello, los psicólogos intentan sacar esas ideas de la gente antes de que sea demasiado tarde. Escarban en sus mentes como un niño pequeño en la tierra en busca de lombrices. Y al encontrar una, la sacan. Por ello mucha gente al ir al psicólogo acaba llorando o cosas así. O sin ir al psicólogo, todos o casi todos somos testigos, de como nosotros o alguien cercano se enrojece de ira, sin saber bien porque. Eso es que una idea, que ha quedado mucho tiempo encerrada, se habré paso más fuerte que nunca. 

 

           Para entenderlo mejor, imaginemos que los sentimientos son colores, y que cada sentimiento comparte color con su opuesto , por ejemplo (el rojo: alegre y triste) cuanto más
blanco pongamos al color, más alegres nos sentimos, y cuando más negro le añadimos más triste estamos. Si el color es normal, sin negro ni blanco, nos es indiferente. La cuestión es que la vida es un cuadro en blanco, está dibujado pero no pintado. Ese cuadro nos trae ciertos sentimientos, unos más intensos que otros, unos más oscuros y otros más claros. Entonces, nosotros, tenemos que pintar el cuadro con nuestros sentimientos. Y lo pintamos, la cuestión es que los colores que pones en los contornos más importantes del
cuadro son los que más nos gustan o nos impactan. Y los que no nos gustan o queremos olvidar, los ponemos en pequeños detalles. Entonces cuando acabamos de pintar el cuadro, y creemos que nos ha quedado tan bien como el de arriba o mejor, contemplamos nuestra obra. Y en lo que más nos fijamos, son el los dibujos más importantes del cuadro, de los detalles pasamos un poco. 

    Entonces a la pregunta de antes: ¿Puede equivocarse la gente sobre sus propias emociones? Si, porque solo vemos lo que más nos interesa, no nos fijamos en los detalles, pese que estemos tristes o llenos de odio, no queremos verlo, la mayoría de veces, entonces podemos llegar a pensar que somos los más felices del mundo, aunque en el fondo no lo seamos, eso quiere decir, que sí que nos poder equivocar con nuestras emociones.

    

       André García Gómez